El handicap
¿Qué es eso de la estabilidad? El
objetivo último de la vida. Un paseo por el abismo, un baile por la
cuerda floja. Un propósito más en la libreta de metas
irrealizables. Una certeza. Necesitamos vivir con esa garantía de
todo seguirá igual. Devaneos entre querer salir de la rutina y
luchar por no perderla. Buscar el riesgo y la estabilidad a partes
iguales. Ya no sé cuál es mi bando, si el de los los buscadores de
sensaciones o los que protegen sus tradiciones, aferrándose a ellas
como un clavo ardiente. Ya no sé si soy de las que necesitan apurar
las noches en alcohol y salvarse (ante la perspectiva de un mañana
impredecible) o de las que prefieren irse a la cama con la seguridad
de que al día siguiente todo seguirá en su sitio. Supongo que me he
pasado un cacho de mi vida en cada lado (por supuesto, deseando estar
en el contrario por aquello de “qué me estaré perdiendo”).
Supongo que sigo siendo la que no puede
disfrutar de nada porque siempre piensa ¿cómo se vivirá al otro
lado?. Y así paso del negro al blanco sin quedarme mucho tiempo en
el gris, por esto de que el equilibrio siempre se me escapa de las
manos y acabo en el lado de la pasividad, o en el lado del vértigo.
Que ya no sé si pierdo la estabilidad o es la estabilidad la que me
pierde, porque no la aprecio. Porque no me atrevo a tenerla entre mis
manos mucho tiempo, por si no sé cuidar de ella. Porque necesito
añorarla y luchar por ella, para luego rozarla con los dedos y
maldecirla porque se me ha escapado sin dar explicación alguna. Como
con todo. Añoraza, vivir de
recuerdos y sinestesias. ¿Qué es eso de la plenitud que te evade y
te aleja y no te deja apreciar nada? Sería como volar,
como estar de paso. Y yo
necesito un lastre que me ancle al suelo que piso. Para huir del
vértigo, y de los sueños bonitos. Para reafirmarme como inestable
para los restos.
Para
pertenecerme, de alguna forma.